lunes, 27 de julio de 2015

La base segura


El pediatra Carlos González en su libro “Bésame mucho” nos muestra cómo se empieza a construir la confianza de una persona. Pone como ejemplo a una niña de dos años que juega en el parque. Su madre está sentada en un banco y la niña juega en la tierra. La niña se sienta, se levanta, recoge alguna cosa del suelo, se va hacia los columpios, vuelve, se dirige hacia las flores, vuelve…

Todos estos movimientos tienen una cosa en común: su madre es siempre el origen y el final. La pequeña se aleja lentamente, por etapas, parándose aquí y allá para investigar algo interesante. Cuando llega a cierta distancia, decide iniciar el camino de vuelta, que suele ser más rápido. Esta distancia de seguridad en que la criatura se para y se vuelve aumenta con la edad y varía según diversos factores, como por ejemplo, si se encuentra en un lugar conocido o desconocido, si hay cerca otras personas o animales, si hay obstáculos que le impidan tener contacto visual con la madre, etc. También depende del carácter más o menos atrevido del niño o la niña. Cuando está cerca de la madre, al principio las etapas suelen ser más largas y las pausas, cortas, pero a medida que se aleja, las etapas tienden a hacerse más cortas y las pausas, más frecuentes y prolongadas. Y al contrario, cuando decide volver, suele comenzar a buen ritmo, y solo cuando ya está cerca de la madre, comienza a “roncear”. A veces la excursión acaba en los brazos de la madre o tocándola, y otras veces a cierta distancia. Pasado un rato, la niña empieza una nueva exploración.

Según Bolwlby, J. en su libro “A secure base” (Una base segura), la madre es la “base segura” para la conducta de exploración de los niños, que compara con el avance de una patrulla de reconocimiento en territorio enemigo. Mientras se mantengan en contacto con la base y vean posible retirarse en caso de peligro, podrán avanzar con seguridad. En cambio,

si el contacto se pierde, la base es destruida o la retirada está bloqueada, la patrulla se desmoraliza y sus miembros dejan de ser valientes exploradores para convertirse en unos extraviados atemorizados.



Comentario: la base de la confianza y la autosuficiencia en la vida de una persona adulta tiene mucho que ver con haberse sentido seguro con la madre, y también con el padre, pero sobre todo con la madre. Para un niño, saber que la madre está ahí siempre apoyándolo para todo lo que necesite genera confianza en su valía. Lo contrario es lanzar al niño y al futuro adulto al mar de la soledad y a la falta de confianza, y en casos extremos a dar tumbos por la vida. Por desgracia, muchas personas padecen de esto.


Y en otros casos, aunque el niño se haya sentido querido y cuidado por sus padres, una separación de semanas o meses puede afectar mucho a la confianza del niño. Al sentirse separado de la madre, el niño se siente solo y falto de esa “base segura”. En el caso de muchas personas tartamudas, por aquí comenzó su historia, como cuenta John Harrison en su libro "El hexágono de la tartamudez". Dice que empezó a repetir sílabas cuando su madre y su abuela se fueron tres semanas de vacaciones a Europa, y sospecho que también fue lo que me pasó a mi cuando mi madre estuvo varios meses en el hospital y yo tenía cuatro años.
 

jueves, 23 de julio de 2015

Platero sufi

En la portada del blog http://circulo-oriente.blogspot.com.es/     aparece este texto de Ibn  Arabi de Murcia:

"Has de saber que aquel que realiza la Futuwwah
es situado delante, cerca del Señor de los hombres.

Preferir el otro a sí mismo, he ahí el adorno del caballero (fatà).
Sea este quien sea, honor a él.

La impetuosidad de las pasiones no lo agitan,
siempre firme como una montaña.

Ninguna pena lo aflige, ningún miedo lo despoja
de sus nobles virtudes en el fragor de su combate.

Mira cómo, él solo, ha derribado los ídolos.
Así es él: suave y duro a un tiempo".

Ibn 'Arabî (Murcia, 1165-Damasco, 1240)
 
Este "suave y duro a un tiempo" me ha recordado enseguida a la descripción que hacía Juan Ramón Jiménez del burrito Platero en "Platero y yo":
 
"Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra."

Y unas líneas después dice que Platero tiene "acero y plata de luna, al mismo tiempo".

En la misma obra, en el capítulo 50, Juan Ramón Jiménez describe a la flor del camino como modelo de belleza y fortaleza:
La flor del camino
¡Qué pura, Platero, y qué bella esta flor del camino!
Pasan a su lado todos los tropeles -los toros, las
cabras, los potros, los hombres-, y ella, tan tierna y
tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado
sólo, sin contaminarse de impureza alguna.
Cada día, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el
atajo, tú la has visto en su puesto verde. Ya tiene a su
lado un pajarillo, que se levanta -¿por qué?- al
acercarnos; o está llena, cual breve copa, del agua
clara de una nube de verano; ya consiente el robo de
una abeja o el voluble adorno de una mariposa.
Esta flor vivirá pocos días, Platero, aunque su
recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un día
de tu primavera, como una primavera de mi vida...
¿Qué le diera yo al otoño, Platero, a cambio de esta
flor divina, para que ella fuese, diariamente, el
ejemplo sencillo y sin término de la nuestra?
 

Me gusta cómo habla Juan Ramón de esta "flor divina". ¿Acaso no somos nosotros, los humanos, y todo lo que vemos y tocamos, algo "divino", y no meras cosas para usar y tirar? (Este es un mensaje para todo aquél que trate mal a los demás: neo-liberales, terroristas, manipuladores, corruptos, maltratadores, etc.).

Aquí hay el enlace de un artículo donde explica el conocimiento que tenía Juan Ramón de la mística andalusí:
http://www.islamyal-andalus.es/2/index.php/historia-4291/andaluces/6742-juan-ramon-jimenez