El
pediatra Carlos González
en su libro “Bésame mucho” nos muestra cómo se empieza a
construir la confianza de una persona. Pone como ejemplo a una niña
de dos años que juega en el parque. Su madre está sentada en un
banco y la niña juega en la tierra. La niña se sienta, se levanta,
recoge alguna cosa del suelo, se va hacia los columpios, vuelve, se
dirige hacia las flores, vuelve…
Todos
estos movimientos tienen una cosa en común: su madre es siempre el
origen y el final. La pequeña se aleja lentamente, por etapas,
parándose aquí y allá para investigar algo interesante. Cuando
llega a cierta distancia, decide iniciar el camino de vuelta, que
suele ser más rápido. Esta distancia de seguridad en que la
criatura se para y se vuelve aumenta con la edad y varía según
diversos factores, como por ejemplo, si se encuentra en un lugar
conocido o desconocido, si hay cerca otras personas o animales, si
hay obstáculos que le impidan tener contacto visual con la madre,
etc. También depende del carácter más o menos atrevido del niño o
la niña. Cuando está cerca de la madre, al principio las etapas
suelen ser más largas y las pausas, cortas, pero a medida que se
aleja, las etapas tienden a hacerse más cortas y las pausas, más
frecuentes y prolongadas. Y al contrario, cuando decide volver, suele
comenzar a buen ritmo, y solo cuando ya está cerca de la madre,
comienza a “roncear”. A veces la excursión acaba en los brazos
de la madre o tocándola, y otras veces a cierta distancia. Pasado un
rato, la niña empieza una nueva exploración.
Según
Bolwlby, J. en su libro “A secure base” (Una base segura), la
madre es la “base segura” para la conducta de exploración de los
niños, que compara con el avance de una patrulla de reconocimiento
en territorio enemigo. Mientras se mantengan en contacto con la base
y vean posible retirarse en caso de peligro, podrán avanzar con
seguridad. En cambio,
si
el contacto se pierde, la base es destruida o la retirada está
bloqueada, la patrulla se desmoraliza y sus miembros dejan de ser
valientes exploradores para convertirse en unos extraviados
atemorizados.
Comentario:
la base de la confianza y la autosuficiencia en la vida de una
persona adulta tiene mucho que ver con haberse sentido seguro con la
madre, y también con el padre, pero sobre todo con la madre. Para un
niño, saber que la madre está ahí siempre apoyándolo para todo lo
que necesite genera confianza en su valía. Lo contrario es lanzar al
niño y al futuro adulto al mar de la soledad y a la falta de
confianza, y en casos extremos a dar tumbos por la vida. Por
desgracia, muchas personas padecen de esto.
Y en otros casos, aunque el niño se haya sentido querido y cuidado por sus padres, una separación de semanas o meses puede afectar mucho a la confianza del niño. Al sentirse separado de la madre, el niño se siente solo y falto de esa “base segura”. En el caso de muchas personas tartamudas, por aquí comenzó su historia, como cuenta John Harrison en su libro "El hexágono de la tartamudez". Dice que empezó a repetir sílabas cuando su madre y su abuela se fueron tres semanas de vacaciones a Europa, y sospecho que también fue lo que me pasó a mi cuando mi madre estuvo varios meses en el hospital y yo tenía cuatro años.