Este texto lo escribí en 2012, todavía sigue vigente.
-Mente quieta y corazón abierto. Mente quieta y corazón abierto.
-Mente quieta y corazón abierto. Mente quieta y corazón abierto.
-¡¡¡¡A ver,
Juan Miguel!!!! ¡¡¡No me vengas con rollos místicos!!! ¿Qué
tiene que ver el hablar bien en público con esto que dices de “mente
quieta y corazón no sé qué”?!!!
-Que sí, que tiene
que ver. Escucha:
Cuando tienes la
mente hecha un lío y el corazón encogido por el miedo, las palabras
que salen de tu boca son palabras confusas, temblorosas, que no
tienen vida. Son fruto del miedo que no te deja pensar y que te rompe
por dentro.
En cambio, cuando
tienes la mente quieta y el corazón abierto, las palabras que salen
de tu boca son palabras vivas, firmes, frescas, verdaderas, íntegras,
que emocionan y transforman a quien las escucha. Son como un torrente
de agua fresca que cura las heridas.
Así que repito:
Mente quieta y
corazón abierto. Mente quieta y corazón abierto.
¿Has entendido,
Juan Miguel?
-Ah,
sí, vale.
-Pues a ver si
aprendes, con ese cuerpo tan grande que tienes…
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