domingo, 11 de septiembre de 2016

El doble filo de la religión

Del libro "Filosofía Perenne" de Aldous Huxley (cap. 24):

Existen, al parecer, dos razones fundamentales para la observada evolución de las religiones históricas:

1) La mayoría de la gente no desea espiritualidad ni liberación, sino más bien una religión que le procure satisfacciones emotivas, respuestas a los ruegos, facultades supranormales y una salvación parcial en alguna suerte de cielo póstumo.

Esta mayoría de gente no quiere complicarse la vida con ir más allá de su pequeño yo. Quiere una ayuda sencilla en forma de religión o filosofía de vida para ir tirando en su vida cotidiana, tal como observa Huxley.

2) Algunos de los pocos que desean espiritualidad y liberación encuentran que, para ellos, los medios más eficaces para tales fines son las ceremonias, "vanas repeticiones" y ritos sacramentales. El participar de estos actos y pronunciar estas fórmulas es para ellos el recordatorio más potente de la eterna Base de todo ser. Es por su propia inmersión en los símbolos por donde pueden llegar más fácilmente a un punto de intersección entre la criatura y el Creador (...). Cada cosa, suceso o pensamiento puede, por tanto, convertirse en puerta por donde tal vez salga un alma del tiempo para entrar en la eternidad. Por esto la religión ritualista y sacramental puede conducir a la liberación.

La vía mística judía, cristiana y musulmana se basa en esto. Los mismos actos rituales y las fórmulas observadas en el punto anterior son medios para ir más allá del pequeño yo. La persona está totalmente abierta a lo interior y a la exterior, sin opiniones cosificadas sobre las cosas, sin prejuicios, sin juicios, sin emociones incontroladas. El pequeño yo ya no está y surge el gran YO, lo divino, el tesoro oculto del ser humano. Estar en presencia de una persona de tal calibre es otra cosa. Jesús era así, Muhammad también, Buda, Moisés... En la vida cotidiana en todo tiempo y lugar han habido y hay personas que se acercan a su nivel, pero que ni se dan cuenta de ello, porque su pequeño yo no está. No van de nada. Cada palabra, cada cosa, cada suceso, cada pensamiento, cada emoción, son puertas hacia lo que va más allá de lo aparente. Pero esto solo lo ve la persona capaz de verlo. No la gente común que no quiere complicaciones, que se queda satisfecha solamente asomándose a la superficie desde la visión de su pequeño yo (de ahí que surjan tantos errores de conducta y de doctrina).

Pero, al mismo tiempo, todo ser humano ama el poder y la exaltación de sí mismo, y toda consagrada ceremonia, forma verbal o rito sacramental es un cauce por donde puede afluir fuerza del fascinador universo psíquico al universo de los yo encarnados. Por esto la religión ritualista y sacramental también puede alejar de la liberación.

Los actos rituales y las fórmulas del primer punto son armas de doble filo para quien tiende a hinchar su pequeño yo. El resultado va desde una mera hinchazón del "yo" y "lo mío" hasta el fanatismo de "lo mío es lo mejor" y "yo sé lo que te conviene". Los fanáticos arrogantes y los terroristas son los casos más extremos. No es más que mera idolatría del "yo" y "lo mío". El resultado es que todo lo que se sale de su esquema mental es despreciable, bicho que se ha de eliminar.

Por eso el Corán es un libro que tanto es referencia para el sufi, como para el dogmático, como para el terrorista.También la Biblia, para el caso judío y cristiano. Por eso lo del doble filo de la religión. Quien tiende a dejarse dominar por su pequeño yo, el texto favorece sus intereses de poder. Quien no va de nada, el texto le habla de sus significados ocultos. Y es cuando del pecho de la persona surgen los arroyos de leche y miel, dicho de una manera coránica, al mismo tiempo poética. Sería tan bello que surgieran personas así, muchas, y que la voz del islam ya no fuera monopolio de dogmáticos, fanáticos y terroristas. Así el islam sería la admiración del mundo. Es solo un sueño. Soñar no me lo impide nadie. 

Ali, yerno y primo de Muhammad, expresó magistralmente el hecho religioso en el ser humano:

Hay tres tipos de personas religiosas: la del esclavo, la del comerciante y otra. El esclavo cumple con la religión por miedo al castigo. El comerciante cumple con la religión por afán de recompensa. El otro es el que cumple con la religión por amor desinteresado. De los dos primeros el mundo está lleno. De los otros, se encuentran a faltar (*).

El pequeño yo cabe en un puño apretado para asegurarse que "lo mío sigue siendo mío". Al GRAN YO no lo abarcan ni los cielos ni la tierra. Los brazos abiertos para  abrazar desinteresadamente a quien quiera dejarse abrazar. Nuestro fondo sagrado. O Base divina, como lo describe Huxley.


(*) Este hadiz está pendiente de mostrar el texto original en árabe y su traducción al castellano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario