Mi
niño pequeñito,
el
de la carilla tan guapa,
hijo
de la luna y las estrellas,
te
quedaste dormido bajo la sombra del árbol del universo.
Nos
encontraremos en el jardín florido de primavera eterna,
y
jugaremos al pilla-pilla y nos haremos cosquillas,
y
te cogeré los deditos y te haré:
“Este
niño quiere pan, y este dice que no hay, y este dice que amasemos,
y
este dice que en el horno lo coceremos,
¡y
este gordito dice que por la boquita nos lo comeremos!!!!”,
y
nos reiremos como dos niños chicos,
y
de nuestros pechos brotarán arroyos de leche y miel,
porque
para eso hemos sido creados los humanos,
para
que de nuestros pechos broten arroyos de leche y miel.
Este texto me surgió poco a poco durante las largas horas de espera en la sala de partos del hospital de Mataró entre lunes 20 y martes 21 de abril de 2015. Mi hijo Adam Julián salió muerto, con 7 meses y medio. La alusión a los arroyos de leche y miel es una imagen coránica muy potente del Jardín. Me salió así.
Un texto muy bonito que nos ha emocionado mucho. Un fuerte abrazo para ti y para Hayat.
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