domingo, 5 de abril de 2015

EL PODER TRANSFORMADOR DE LA PALABRA


  • El poder de la palabra

Robert Dilts  puso de relieve, en su libro “El poder de la palabra” (Barcelona, Ed. Urano), el inmenso poder de la palabra para modelar nuestra percepción, comportamiento y actitud hacia la realidad cotidiana. El lenguaje tiene un gran impacto en el ser humano: genera experiencias, creencias, miedos, esperanzas, proyectos, estados de ánimo, alegrías, tristezas...

Rafael Echeverría, en sus obras "Ontología del lenguaje" y "La empresa emergente" (Barcelona, Ed. Granica), destaca el poder de la conversación dentro del marco de la empresa como muestra de este poder generativo del lenguaje. Por ejemplo, el jefe dice “Hágase tal cosa”, y tal cosa se hace. Si no hubiera dicho eso, tal cosa no se habría realizado. Echeverría pone el énfasis en el poder de las conversaciones entre las personas, las cuales generan estados de ánimo, acciones determinadas, pensamientos, emociones, pasiones, sueños, proyectos, etc.

Según Echeverría, el filósofo griego Heráclito, en el siglo VI a.C., fue el primero en reconocer el poder creador del mundo a través de la palabra. El Logos, la palabra, según Heráclito, era el fundamento de todo lo existente y aquello que transformaba el caos en orden, la multiplicidad en unidad y la unidad en multiplicidad. Heráclito vivió en Éfeso, Asia Menor, cuando estaba bajo dominio persa.

Por otro lado, en arameo, la antigua lengua de los judíos, había una expresión que reconocía este poder de la palabra: “avara ka d`avara”, que significaba “La palabra transforma”. Es posible que este conocimiento haya pasado a Persia durante el cautiverio judío en Babilonia y que lo hayan recogido los magos persas para abrir lo que estaba cerrado y hacer posible lo que parecía imposible. La expresión aramea pasó al persa como “Abracadabra”, expresión del mundo de la magia conocida por nosotros. Y estos mismos persas fueron los que gobernaron Éfeso cuando vivía Heráclito.

Tampoco extraña que en el Génesis, Yahvé genere el mundo por medio de la palabra: “Hágase la luz”, y la luz se hizo. Y en el Evangelio de Juan, “Al principio fue el Verbo”, Verbo-Palabra-Acción. En el Evangelio de Lucas se observa el gran poder de la palabra en el episodio de la sanación del sirviente de un centurión (Lucas 7, 1-10).

Pero este conocimiento del poder generativo del lenguaje se olvidó durante cientos de años para considerarlo como una mera herramienta descriptiva de la realidad, hasta el período final del siglo XIX-mitad del siglo XX, cuando Nietzsche, Heidegger y Wittgenstein, redescubrieron la función generativa del lenguaje. El lenguaje no tenía solamente una función pasiva limitada a la descripción de la realidad, sino que el lenguaje creaba realidad.

  • La palabra parábola

La palabra griega “parabolós” derivó en nuestra “palabra”, a la parábola como figura geométrica y a la parábola del Evangelio. Etimológicamente procede de la composición de:
  • la preposición “para”, que significa “junto a”, y
  • el nombre “bolós”, que significa “bola que se lanza”. De “bolós” deriva también metabolismo (o cómo el bolo alimenticio se digiere a través del sistema digestivo), balística (ciencia que estudia toda bala que se dispara), embolia (trastorno provocado por un coágulo que bloquea la circulación de la sangre), etc.

En el Evangelio, la parábola es un relato alegórico, es decir, que tiene un nivel de comprensión aparente que llega a todo el mundo, al mismo tiempo que tiene otros niveles de comprensión más profundos que no todos llegan a intuir. Parece como si esta parábola fuera una bola que se lanza (la historia aparente) acompañada (para=junto a) de uno o varios significados más profundos. No todas las personas a las que llega esta “bola” entienden sus significados más profundos. Muchos de los cuentos tradicionales son parábolas, por eso su poder para hacer aflorar la sabiduría interna innata de cada persona.



En geometría, la parábola es una curva cuyas ramas se alejan hacia el infinito. El científico Jorge Wagensberg, en su obra "La rebelión de las formas" (Barcelona, Ed. Tusquets), nos da una definición de la parábola como objeto para emitir y recibir señales del espacio:

La parábola concentra lo que llega del infinito, o manda al infinito lo que se irradia de su foco. Eso, y no otra cosa, es empezar a comprender la parábola.”



Sustituyamos la “parábola” geométrica por la “palabra” del lenguaje, a ver qué nos sugiere:

La palabra concentra lo que llega del infinito, o manda al infinito lo que se irradia de su foco. Eso, y no otra cosa, es empezar a comprender la palabra.”

Aquí está el poder y la proyección de la palabra humana en el mundo. Dejamos a nuestros lectores y nuestras lectoras su propia reflexión sobre este asunto tan crucial en el ser humano.


Y para apoyar esta afirmación, qué mejor que dos cuentos:



EL PODER DE LA PALABRA


Había una vez un samurái que era muy diestro con la espada y a la vez muy soberbio y arrogante. El samurái tenía una creencia: él solo se creía alguien cuando mataba a un adversario en un combate y, por eso, buscaba continuamente ocasiones para desafiar a cualquiera ante la más mínima afrenta. Era de esta manera como el samurái mantenía su idea, su concepto de sí mismo, su férrea identidad.
 
En una ocasión, este hombre llegó a un pueblo y vio que la gente acudía en masa a un lugar. El samurái paró en seco a una de aquellas personas y le preguntó:
-     ¿Adónde vais todos con tanta prisa?
-     Noble guerrero –le contestó aquel hombre que, probablemente, empezó a temer por su vida- vamos a escuchar al maestro Wei.
-    ¿Quién es ese Wei? 
-    ¿Cómo es posible que no le conozcas, si el maestro Wei es conocido en toda la región?
 
El samurái se sonrió como un estúpido ante aquel aldeano y observó el respeto que aquel hombre sentía por ese tal maestro Wei y que no parecía sentir por un samurái como él. Entonces decidió que aquel día su fama superaría a la de Wei y por eso siguió a la multitud hasta que llegaron a la enorme estancia donde el maestro Wei iba a impartir sus enseñanzas.
 
El maestro Wei era un hombre mayor y de corta estatura por el cual el samurái sintió de inmediato un gran desprecio y una ira contenida.
 
Wei empezó a hablar:
-En la vida hay muchas armas poderosas usadas por el hombre y, sin embargo, para mí, la más poderosa de todas es la palabra.
 
Cuando el samurái escuchó aquello, no pudo contenerse y exclamó en medio de la multitud:
-    Sólo un viejo estúpido como tú puede hacer semejante comentario.

Entonces, sacó su katana y agitándola en el aire, prosiguió:
-Ésta sí que es un arma poderosa y no tus estúpidas palabras.
   
Entonces Wei, mirándole a los ojos, le contestó:
-    Es normal que alguien como tú haya hecho ese comentario. Es fácil ver que no eres más que un bastardo, un bruto sin ninguna formación, un ser sin ningunas luces y aun absoluto hijo de perra.
     
Cuando el samurái escuchó aquellas palabras, su rostro enrojeció y con el cuerpo tenso y la mente fuera de sí empezó a acercase al lugar donde Wei estaba gritándole: 
-    ¡¡¡Anciano, despídete de tu vida porque hoy llega su fin!!!!!!
 
Entonces, de forma inesperada, Wei empezó a disculparse: 
-    Perdóname, gran señor, sólo soy un hombre mayor y cansado, alguien que por su edad puede tener los más graves de los deslices. ¿Sabrás perdonar con tu corazón noble de guerrero a este tonto que en su locura ha podido agraviarte?
 
El samurái se paró en seco y le contestó:
-    Naturalmente que sí, noble maestro Wei, acepto tus excusas.
  
En aquel momento Wei le miró directamente a los ojos y le dijo:
-   Amigo mío, dime: ¿Son o no son poderosas las palabras?




Otro cuento muy aclaratorio del poder de las palabras es el de las tres orugas de seda:

EL PODER DE LA IMAGINACIÓN


Había una vez tres orugas de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas.... Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos. Las palabras que se dirigieron a ellos mismos eran diferentes:

Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
Idealista sintió que aquello que le estaba ocurriendo podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar como un pájaro. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.

Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas a la vez:
Pesimista era una bellísima mariposa, pero estaba muerta... Había muerto de miedo.
Realista era una hermosísima mariposa, pero a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era oruga. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual que antes.
Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas... y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, como un pájaro, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.

  • FRASES SOBRE EL PODER DE LA PALABRA




Crane, Stephen: "El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino."

Ford, Henry: "Si crees que lo puedes hacer, tienes razón. Si crees que no lo puedes hacer, también tienes razón."




Gandhi, Mahatma: "Observa tus pensamientos, se convertirán en tus palabras. Observa tus palabras, se convertirán en tus acciones. Observa tus acciones, se convertirán en tus hábitos. Observa tus hábitos, se convertirán en tu carácter. Observa tu carácter, se convertirá en tu destino."

Podéis leer un artículo mío similar en http://creandoconlatartamudez.blogspot.com.es/2014/04/introducciona-la-neuro-semantica-de-la_16.html


Bibliografía:
  • DILTS, R. (2003). El poder de la palabra. Barcelona: Ed. Urano. 


  •  ECHEVERRÍA, R. (2000). La empresa emergente. La confianza y los desafíos de la transformación. Barcelona: Ed. Granica.
  • ECHEVERRÍA, R. (2008). Ontología del lenguaje. Barcelona: Ed. Granica.
  •  AYA, A. (2013). El arameo en sus labios. Saborear los cuatro evangelios en la lengua de Jesús. Barcelona: Ed. Fragmenta.  
  •  WAGENSBERG, J. (2004). La rebelión de las formas. Barcelona: Tusquets Ed. Pág. 242.

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